domingo, 11 de enero de 2009

Las siete vidas (Prólogo)





Nunca me consideré un caballero, pero ciertamente tengo mas de hombre que muchos con los que me he cruzado..

Mi historia comienza, como empiezan todas las historias, con un libro cerrado y otro por abrir.. con un año nuevo..
Para empezar algo nuevo... has de dejar atrás lo vivido, ponerte a cero y buscar un punto de partida sin ataduras que no este escrita en viejos y polvorientos pliegos..

Sin volver la vista atrás perdí el viejo camino de lo que había sido mi hogar y comencé mi nuevo destino.. huyendo..
Por lo general, la gente siempre huye por las mismas razones: miedo, tristeza, sentimientos de culpabilidad o por dar un cambio a sus vidas...

Aunque ninguno quiere darse cuenta de que allá donde van.. la vida es igual.. y creen ilusoriamente que todo sera de color de rosa y que en el cambio de aires, la brisa olerá a jazmines..

Yo sin embargo no pretendia cambiar mi vida, huí por falta de espacio y cansancio, me costaba nadar, sentía que la pecera se me estaba quedando pequeña para un pez tan grande.. o al menos con tantas espectativas de futuro.

En eso la naturaleza es más sabia..
El salmón por ejemplo, intenta al final de su vida volver al lugar de donde partió al principio, para que toda su descendencia tenga las mismas oportunidades que él tuvo.. e intenta subir incluso a contracorriente las escarpadas cataratas fluviales a pesar de su vejez, por el contrario, durante su juventud se deja arrastrar por la corriente y esta le lleva hasta un mar de oportunidades.. e incluso le permite alimentarse de peces más pequeños que él.

El hombre no.

El hombre pasa toda su existencia intentando trepar cada vez más alto en el arbol de sus espectativas, siempre que puede se esfuerza por alcanzar otra rama más. Y cuando se ve en la copa y no puede subir porque tocó su cima.. solo le queda mirar hacia abajo para ver que alto ha llegado, que solo está ahí arriba, a cuantos ha pisado y que lo que pasaba mientras escalaba, cuando solo miraba hacia arriba.. era.. su propia vida.

Cuando ya no tuve otra rama a la que subir... cambié mi arbol por un rio para volver a empezar la mia..

Y así.. huyendo de la copa mas alta de una sociedad podrida a un balance general por un rio a contracorriente y una mirada retrospectiva, cogí por fin la riendas de ese regalo que en sí era mi vida..

Un año nuevo.. ¿se podría imaginar un momento mejor para un punto de partida?

Pues comencemos con el cuento.. para no andarnos más por las ramas.